miércoles, 21 de noviembre de 2012

Salud mental


Para estar en buena condición funcional, el cuerpo humano requiere una variedad de alimentos y experiencias. La cantidad de energía proveniente de los comestibles (calorías) que una persona necesita varía de acuerdo con la talla, la edad, el sexo, el nivel de actividad y el índice metabólico. Aparte de la energía, el funcionamiento normal del cuerpo requiere sustancias que aumenten o reemplacen los materiales de los cuales está hecho: grasas no saturadas, cantidades mínimas de una docena de elementos cuyos átomos desempeñan funciones clave, y pequeñas cantidades de algunas sustancias que las células humanas no pueden sintetizar incluyendo algunos aminoácidos y vitaminas. La condición normal de la mayor parte de los sistemas del cuerpo requieren que éstos lleven a cabo sus funciones adaptativas: por ejemplo, los músculos deben efectuar movimientos, los huesos deberán soportar cargas, y el corazón deberá bombear la sangre de manera eficaz. Por tanto, el ejercicio regular es importante para mantener saludable el sistema cardiopulmonar, conservar el tono muscular e impedir que los huesos se tornen frágiles.
Una salud satisfactoria también depende de evitar la exposición excesiva a sustancias que interfieren con el funcionamiento del cuerpo. Entre las principales se encuentran aquellas que cada individuo puede controlar: tabaco (causante de cáncer en el pulmón, enfisema y lesiones cardiacas), drogas (implicadas en la desorientación psíquica y alteraciones del sistema nervioso) y grandes cantidades de alcohol (el cual tiene efectos negativos sobre el hígado, cerebro y corazón). Además, el ambiente puede contener concentraciones peligrosas de sustancias como plomo, algunos pesticidas e isótopos radiactivos, que pueden ser dañinas para los seres humanos. Por tanto, la buena salud de los individuos también depende del esfuerzo humano colectivo para vigilar el aire, la tierra y el agua, y tomar medidas que puedan resguardarlos.
Otros microorganismos también pueden interferir en el funcionamiento normal del cuerpo humano. Algunas clases de bacterias u hongos pueden infectar al cuerpo para formar colonias en órganos o tejidos específicos. Los virus invaden las células sanas y hacen que éstas sinteticen más virus, matando, generalmente, a aquellas células en el proceso. Una enfermedad infecciosa también puede ser causada por parásitos, los cuales se establecen en los intestinos, el torrente sanguíneo o los tejidos.
La primera línea de defensa propia del cuerpo contra los agentes infecciosos es impedir la entrada o el establecimiento de dichos microorganismos en él. Los mecanismos de protección incluyen la piel para que los bloquee, las lágrimas y la saliva para sacarlos y las secreciones estomacales y vaginales para matarlos. Los medios relacionados con la protección en contra de microorganismos invasores incluyen conservar limpia la piel, comer adecuadamente, evitar alimentos y líquidos contaminados y, en general, evitar la exposición innecesaria a las enfermedades.
La siguiente línea de defensa del cuerpo es el sistema inmunológico. Los glóbulos blancos actúan sitiando a los invasores o produciendo anticuerpos específicos que los atacarán (o facilitarán el ataque por otros leucocitos). Si el individuo sobrevive a la invasión, algunos de estos anticuerpos permanecen junto con la capacidad de producir rápidamente muchos más. Años después, o incluso durante toda la vida, el sistema inmunológico estará listo para ese tipo de microorganismos y será capaz de limitar o prevenir la enfermedad. Una persona puede "pescar un catarro" muchas veces debido a que existen muchas variedades de gérmenes que causan síntomas similares. Las reacciones alérgicas son causadas por fuertes respuestas inmunitarias inusuales a ciertas sustancias del ambiente, como las que se encuentran en el polen, el pelaje de los animales o ciertos alimentos. Algunas veces, el sistema inmunológico humano puede no funcionar bien y atacar inclusive a las células sanas. Algunas enfermedades vírales como el SIDA, destruyen células importantes del sistema inmunológico, dejando al cuerpo sin protección, a merced de múltiples agentes infecciosos y células cancerosas.
Sin embargo, las enfermedades infecciosas no son la única amenaza a la salud humana. Las partes o sistemas del cuerpo pueden funcionar de manera inadecuada por razones meramente internas. Se sabe que algunas alteraciones en el funcionamiento de los procesos corporales se deben a genes anormales. Estos pueden tener un efecto directo obvio, como causar hemorragia fácil, o pueden sólo incrementar la susceptibilidad del cuerpo para desarrollar enfermedades particulares, como depresión mental u obstrucción de arterias. Dichos genes pueden haberse adquirido por herencia o ser el resultado de la mutación de una o varias células durante el desarrollo del propio individuo. Puesto que el funcionamiento adecuado de un solo gen o de un par puede ser suficiente para llevar a cabo una buena función, muchas enfermedades genéticas no aparecen a menos que un gen defectuoso se herede de ambos padres (quienes, por la misma razón, pueden no haber tenido síntomas de la enfermedad).
El hecho de que la mayoría de las personas vivan ahora en escenarios físicos y sociales muy diferentes de aquellos a los cuales la psicología humana estaba adaptada desde hacía ya mucho tiempo, es un factor que determina la salud de la población en general. Una "anormalidad" moderna en los países industrializados es la dieta, que alguna vez incluía sobre todo verduras crudas y derivados animales, pero que ahora contiene cantidades excesivas de azúcar refinada, grasas saturadas, sal, y también cafeína, alcohol, nicotina y otros fármacos. La falta de ejercicio es otro cambio del estilo de vida, mucho más activo en la prehistoria. De igual manera, existen contaminantes ambientales y tensión psicológica por vivir en aglomeración, agitación y un ambiente social de cambios muy rápidos. Por otro lado, nuevas técnicas médicas, sistemas de parto eficientes y saludables, el mejoramiento de la sanidad y una comprensión pública más completa de la naturaleza de la enfermedad da a los seres humanos de hoy una mejor oportunidad para permanecer sanos que la que tuvieron sus antepasados.

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